lunes, 10 de noviembre de 2014

Historias entre dos mundos





Mi amiga Pilar Doménech, médium y licenciada en Filosofía y Letras, pasó por una grave enfermedad que requirió un largo tratamiento y la obligó a permanecer reposando en su casa un par de años. Según la Wikipedia: Médium designa a una persona que se considera dotada de facultades paranormales de percepción extrasensorial, que le permitirían actuar de mediadora en la consecución de fenómenos parapsicológicos o comunicaciones con los espíritus.

Mientras reposaba en casa, sus guías espirituales le permitieron canalizar 25 relatos de los espíritus de personas fallecidas y los recopiló en su libro Breves historias entre dos mundos. Lo presentó en septiembre de 2014 en Valencia (España).

Son impresionantes testimonios de espíritus sufrientes que nos permiten conocer unas vidas que podían haber sido las nuestras. Los consejos que nos dan al final de cada capítulo nos pueden ayudar a reorientarnos hacia el amor.

Fragmentos del libro:

Un científico eminente:
“Céntrate y no sufras, porque la mayor parte de tus sufrimientos son innecesarios (…) Algunos dolores que nos proporciona la vida son justas lecciones de aprendizaje, pero otros, la mayoría, proceden de nuestra mente consciente que se cree y aferra al personaje que representamos en la Rueda de la Vida. Y nuestra alma sabe que solo es eso, un personaje, pero nuestra mente, temporal y concreta como nuestro cuerpo, cree fervientemente que somos ese personaje, esa máscara que se mueve, llora y ríe, corre y baila, y de ahí, su dolor”
“El egoísmo es uno de los más grandes errores de los hombres y en eso yo me siento el campeón. La falta de compasión hacia los demás es terrible y tan grave como un delito de sangre”
“Lo mejor y casi lo único que os puedo decir es que analicéis vuestras vidas y que descubráis donde se esconde este terrible compañero de viaje y así os podréis desembarazar de él y no os veréis en una situación tan lamentable como la mía. Observaos, razonad, deducid y arrancar de raíz todo brote de egoísmo perjudicial en vuestras vidas”

Una abogada de prestigio:
“…por mucho que améis a una persona, es eso, una persona, no podéis adueñaros de ella, ni de sus sentimientos, ni de sus pensamientos. Eso es una forma de violencia, una manera de hacerlos objetos, de degradarlos, una forma de intentar quitarles el alma. Eso es lo que he hecho yo y por eso estoy aquí. Que mi experiencia os sirva para no cometer el mismo error”

Una suicida tras tirarse del campanario y morir:
“Doy con mi cuerpo en el suelo de la plaza. Creo que me he muerto pero no puede ser porque continúo pensando y nada me duele (…) Una fuerza invisible me sujeta y me retiene en la plaza, a pocos metros de un cuerpo que reconozco como el mío porque va vestida como yo, pero como está destrozado aparto de mi mente ese reconocimiento. No soy yo. No puedo ser yo. Yo hablo y pienso. Si fuera yo, me dolería, no podría hablar, ni pensar (…) Llega mi madre. Me ve, bueno, mira ese cuerpo y se desmaya”

La recapitulación de un planificador familiar:
“Ahora, aquí, estoy aprendiendo a ser consciente de mis fallos, a ver con calma y desde todas las perspectivas cuáles han sido mis fallos. El proceso es doloroso y no he podido hacerlo todo de una vez (…) No me atrevo a preguntar qué va a ser de mí o cómo han pensado que repare mis faltas (…) Sólo espero poder terminarlo del todo y a fondo, con todas sus consecuencias para que nunca, nunca más se me pueda olvidar y no vuelva a dominar a la gente según mi criterio y mi antojo”

La cartita de un bebe que ha fallecido a su madre:
“Querida mamá:
Estoy muy bien. No he sufrido nada. Ahora tampoco me duele nada. Quiero que sepas que te veo cuando lloras y yo también lloro. Pero no quiero que llores porque cuando tú lloras me pongo mal. Estoy bien y siempre cerquita de ti. Quiero verte reír y que me hagas feliz con tus risas y tus canciones. Pronto nos vamos a ver. No sufras, mamá. Siempre estaremos juntos, pero ahora has de dejar de sufrir porque no sirve de nada y solo padecemos los dos.
Hasta pronto, mamaíta querida”

La sorpresa de un santón:
“Cuando me sobrevino la muerte yo esperaba que el propio Dios o, al menos, sus más preclaros arcángeles me elevaran al cielo, me llevaran en presencia de Dios y me sentaran a su derecha más inmediata. Y claro está, nada de esto sucedió. Más bien al contrario, apareció una nube de descarriados que ululaban y se burlaban de mí”
“Y ahora que estoy en el otro lado de la vida y que también repaso mis primeros momentos de sorpresa y sufrimiento, comprendo un poco mejor la lección del perdón y sobre todo de amor que he recibido”
“Que el amor guíe vuestra conducta, es lo mejor que puedo desearos”

El tormento de un minero:
“No os equivoquéis como yo lo he hecho, las reparaciones pueden ser largas y laboriosas. No son inmediatas la mayor parte de las veces. Dejarnos cegar por el odio, el rencor y la violencia solo conduce a sufrir el odio, el rencor y la violencia y siempre, siempre hay víctimas a las cuales habremos de acoger, ayudar o consolar”

Una niña y su adorado perro:
“Solo os puedo decir que obedezcáis a vuestros padres y que no os escapéis a escondidas, que siempre sepan dónde estáis y con quién y así no os sucederá como a mí”

Una mujer abandonada:
“Aprended de mi mala vida y no hagáis lo mismo que yo. El sufrimiento en el que he vivido no tiene parangón con ninguna felicidad terrena. No merece la pena hacer el mal. No hay nada que te lo compense, ni lugar en el espacio donde poder ocultarte y ser feliz. Solo el obrar bien conduce a la felicidad”

Si queréis conseguir el libro pedídselo por email a Pilar a su correo pidote@gmail.com